Hola, lectores y lectoras.
Siempre dicen que el peor enemigo del escritor es el folio en blanco, o la hoja de Word en blanco con Clipo hablando mediante un bocadillo. Hoy ya no está Clipo, pero el enemigo sigue ahí. Yo tan siquiera puedo denominarme «escritora», con lo poco que escribo y siempre dejándolo todo a medias… Pero sí que es cierto que últimamente no tengo tiempo, o mejor dicho, no veo el momento porque soy incapaz de pensar nada, de imaginar nada. Mi vida real tiene tanto peso que no me da para pensar en otros mundos… Y la verdad es que me siento un poco fracasada. Hay personas que son capaces de llevar su trabajo, su casa, sus hijos y sus padres de una manera increíblemente estoica y encima les sobra tiempo para sus hobies. Realmente admiro a esas personas (normalmente Supermujeres), pero yo en comparación me siento desbordada en un chupito. Tengo un trabajo que es media jornada y encima no me da tiempo a llevar mi casa de una manera decente. Obviamente, los hijos ni me los planteo, pero de igual modo no me planteo tener ni un perro, ni un pez de colores. Tampoco creo que la realización personal en la vida provenga de la maternidad como único medio, pero esa es otra historia.
El Nanowrimo está a la vuelta de la esquina, pero aunque me hiciera ilusión participar, no tengo nada sobre lo que escribir. ¿Sabéis lo que es encontrar una idea estupenda, pero cuando la quieres apuntar no está ya? Las ideas son como las mariposas, o las coges en ese momento o se marcharán para volar libres por Dios sabe dónde. En el mundo de las ideas y los sueños, supongo.
De lo que realmente más me puedo arrepentir, de mi vida hasta este momento, es que no sé gestionar el tiempo. Da igual que tenga mucho, o poco, siempre lo utilizo mal. Nunca estoy contenta. Siempre siento que no hago suficiente, ni me esfuerzo todo lo que debería, porque pocas veces saco alguna recompensa aunque me deje los cuernos por todo. No sé, llamadme inconformista. O simplemente que tengo la impresión de no encajar en ninguna parte. Ando como perdida, dando tumbos, probando aquí y allá sin sacar nada en claro. Dicen que es un mal de mi generación. Que buscamos la inmediatez, cuando lo que hay que tener es paciencia. Debe de ser eso, la verdad, porque al final nunca estoy contenta, nunca soy feliz. Sólo los pequeños ratos en que me olvido de todo. Como cuando estoy con esas personas que aprecio de veras echándome unas risas. Y prácticamente, todas mis personas están lejos. Muy lejos.
Para este año no creo que pueda hacer nada para Halloween, que como ya sabéis es una fecha que me gusta bastante, porque puedo sacar mi vena sádica y retorcida y hacer historias truculentas. Pero sigo como os he explicado más arriba, sin ideas. El folio en blanco me ha vencido.
Espero que esta racha pase pronto, que pueda volver a poner en marcha mi fábrica de ideas y pueda traeros algo, por lo menos, entretenido…
Hasta la próxima.